A medida que crecen las ciudades y el consumo de información digital, ¿importa que los seres humanos vivan en muchas ocasiones cada vez más separados de la naturaleza?
¿Pueden imágenes virtuales de paisajes y flores tener un impacto similar en las personas que un encuentro cercano y real con la naturaleza?
Un investigador estadounidense trató de responder a ese interrogante. Peter Kahn es profesor de psicología en la Universidad de Washington, en Seattle, y director del Laboratorio de Sistemas Tecnológicos e Interacción Humana con la Naturaleza. También es autor del libro "Naturaleza tecnológica: Adaptación y Futuro de la Vida Humana".
"Llamamos 'naturaleza tecnológica' a la tecnología que media nuestra experiencia de la naturaleza: programas sobre vida silvestre en la TV, proyecciones digitales de cielos azules, mascotas electrónicas o robóticas o videojuegos como Farmville, en el que se pueden sembrar y cosechar cultivos virtuales", explicó Kahn.
"La naturaleza tecnológica se está volviendo cada vez más sofisticada e invasiva. Al mismo tiempo estamos destruyendo la naturaleza real a un ritmo acelerado. Estas tendencias están transformando nuestra existencia y yo quería saber si, como seres humanos, estamos ganando o perdiendo".
Experimento en la oficina
Kahn recibió inspiración de un estudio anterior de Robert Urich, de la Universidad de Texas A&M, según el cual los pacientes necesitaban menos analgésicos contra el dolor luego de una cirugía si en su habitación había una ventana con vista a la naturaleza.
El experto de la Universidad de Washington diseñó un experimento con trabajadores de oficina, en el que los participantes eran asignados a uno de tres cuartos. Uno tenía una ventana que daba a un escenario natural, otro no tenía ventanas sino una pantalla de plasma de 50 pulgadas mostrando grabaciones del mismo escenario y el tercero contaba simplemente con paredes blancas.
Luego se pidió a los trabajadores que cumplieran una serie de tareas, monitoreando varios indicadores. "Por ejemplo, cada vez que les pedíamos una tarea nueva el ritmo cardíaco subía. Nosotros observamos entonces cómo se recuperaban de este estrés".
"La recuperación del estrés era más rápida en aquellos que tenían una ventana con vista a la naturaleza", dijo Kahn a BBC Mundo.
"Pero no habia diferencia entre los cuartos con paredes blancas y con una pantalla. Aunque el monitor mostraba imágenes de naturaleza, no ofrecía los mismos beneficios psicológicos o fisiológicos que una vista real".
En otro experimento, se colocó una pantalla similar en una oficina sin ventanas durantes seis meses y los trabajadores reportaron un mayor bienestar, pero sólo en comparación con una oficina sin ventanas.
Kahn también estudió la respuesta de los niños antes las mascotas robóticas, como Aibo, el perro robot de Sony. Los niños pequeños son capaces de diferenciar entre Aibo y un perro real, pero el científico cree que cada vez será más importante estudiar el concepto de qué es real, "a medida que la naturaleza tecnológica se vuelva más sofisticada y más interactiva".
Biofilia
¿Es necesario entonces el contacto con la naturaleza para que las personas puedan florecer como seres humanos?
"La necesidad de afiliarnos a la naturaleza existe profundamente en la arquitectura del cuerpo y la mente humana", dijo Kahn.
"Esto está relacionado con la hipótesis conocida como biofilia, del zoólogo y naturalista estadounidense Edward Wilson, según la cual por cientos de miles de años el cerebro humano evolucionó en contacto con un mundo natural, rico y diverso".
"Aún necesitamos ese contacto para ser saludables física y psicológicamente", asegura el experto en psicología.
El estudio de Kahn también tiene implicaciones profundas para la lucha por la conservación de hábitats y especies. "Necesitamos la naturaleza, debemos salvar lo que queda, aunque sea por la única razón de que para florecer como seres humanos necesitamos interactuar con ella."