Astrónomos descubren la causa de que unos mundos «de locos» pongan patas arriba los conocimientos básicos sobre formación planetaria
Más de 500 planetas extrasolares -aquellos que orbitan otras estrellas diferentes al Sol- han sido descubiertos desde 1995, y los astrónomos esperan encontrar cada vez más. Sin embargo, en los últimos años, los científicos han comenzado a darse cuenta de que algunos de estos mundos no se comportan como deberían. Resulta que la estrella gira en una dirección y el planeta, un «Júpiter caliente» -denominado así por su gran tamaño y la cercanía a su sol, le lleva la contraria y orbita en la dirección opuesta. Los detalles del estudio aparecen publicados en la revista Nature.
«Eso es realmente raro, sobre todo si se tiene en cuenta que el planeta está tan cerca de su estrella», afirma Frederic A. Rasio, un astrofísico teórico de la Universidad Northwestern en Chicago (EE.UU.). «¿Cómo puede una estar girando en una dirección y el otro hacerlo exactamente de la manera contraria? Es una locura. Obviamente, viola nuestra imagen más básica de la formación de planetas y estrellas», añade.
Averiguar cómo estos planetas enormes se sitúan tan cerca de sus estrellas llevó a Rasio y su equipo de investigación a encontrar una explicación también para su raras órbitas. Usando simulaciones por ordenador a gran escala y ecuaciones matemáticas, estos científicos han sido los primeros en modelar cómo un Júpiter caliente puede girar e ir en la dirección opuesta a la rotación de la estrella. La causa se encuentra en las perturbaciones gravitacionales originadas por un planeta mucho más lejano.
«Cuando existen varios planetas, estos se perturban entre sí gravitacionalmente», dice Rasio. «Significa que la órbita en la que se formaron no es necesariamente la órbita que se quedará para siempre. Estas perturbaciones mutuas pueden cambiar las órbitas, como vemos en estos sistemas extrasolares».
«Nosotros somos los raros»
Al explicar la peculiar configuración de un sistema extrasolar, los investigadores también han contribuido a nuestra comprensión general de la formación de los sistema planetarios y su evolución. «Creíamos que nuestro sistema solar era típico en el universo, pero no es cierto. Desde el primer día todo se ha mostrado raro en los sistemas planetarios extrasolares», señala Rasio. «Eso hace que nuestro mundo sea el realmente extraño. Aprender acerca de estos otros sistemas proporciona un contexto sobre lo distinto que es el nuestro. Ciertamente, parece que vivimos en un lugar especial».
Para resolver la incógnita, los físicos utilizaron especialmente mecánica orbital, el mismo tipo de física que utiliza la NASA para enviar satélites por el Sistema Solar. Sin embargo, «hacer los cálculos no fue tan fácil», advierte Rasio, ya que «algunas de las aproximaciones utilizadas por otros en el pasado no estaban muy bien hechas. Hicimos lo correcto por primera vez en 50 años».
Efectos acumulados
En su modelo, los investigadores asumen la existencia de una estrella similar al Sol, que forma una sistema con dos planetas. El planeta interior es un gigante gaseoso similar a Júpiter, y en un principio está lejos de su estrella, donde este tipo de planetas se cree que se forman. El planeta exterior es también bastante grande y está más lejos de la estrella que su compañero. Pero llega un momento que interactúa con el planeta interior, perturbándolo y sacudiendo el sistema.
Los efectos sobre el planeta interior son al principio débiles, pero se acumulan en un período muy largo de tiempo, dando lugar a dos cambios significativos en el sistema: el gigante gaseoso interno pasa a orbitar muy cerca de la estrella y su órbita se encuentra en la dirección opuesta a la de la estrella central.
Fuente: abc.es
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