La gravedad, con permiso de la hipotética energía oscura, es una de las fuerzas más determinantes de todas las que rigen el Universo a la par que una de las más complejas. Pero por suerte contamos con una poderosa herramienta para desentrañar sus misterios, la teoría general de la relatividad publicada por Albert Einstein en 1915 y 1916 la cual entre otras cosas predice numerosos efectos producidos por la gravedad sobre el espacio-tiempo. Pues bien, ahora una experimento de la NASA articulado mediante la sonda Gravity Probe B ha confirmado con un margen de error ínfimo dos de los fenómenos más importantes pronosticados por la relatividad general: el efecto gravitacional geodético y el efecto rotatorio de torsión por arrastre.
Según la relatividad general un objeto de gran masa —por ejemplo la Tierra— provoca con su gravedad que el espacio-tiempo se curven a su alrededor (efecto geodético) y también arrastra consigo al especio-tiempo conforme rota (torsión por arrastre). ¿Y cómo narices se han comprobado experimentalmente estos dos efectos? os estaréis preguntando la mayoría.
La Gravity Probe B incorporaba —en diciembre de 2010 se puso fuera de servicio— los cuatro giroscopios más precisos construidos por el hombre y fue calibrada con unas “estrellas guía” (IM Pegasi y el quasar 3C454.3) para tener una dirección de referencia para los giroscopios mientras permanecía en órbita polar alrededor de la Tierra y poder comprobar posteriormente si la dirección de giro de los mismos cambiaba. Entonces, si la gravedad no afectara el espacio-tiempo, los giroscopios apuntarían siempre en la misma dirección mientras la sonda permanecía en órbita, pero resulta que sí que se detectaron cambios en la dirección de giro de los cuatro artilugios del satélite con lo que las teorías de Einstein quedaron confirmadas (mejor dicho, quedaron confirmadas con una exactitud superior a lo que se había logrado hasta ahora ya que una teoría científica nunca puede ser considerada los suficientemente verificada).
Sin más contexto es probable que a muchos lo dicho hasta aquí os suene a poco pero determinar los dos efectos que nos ocupan con la precisión que se ha conseguido es algo extremadamente complejo. Para que os hagáis una idea del esfuerzo que ha llevado todo esto basta con decir que la NASA comenzó a trabajar en el proyecto de crear un giroscopio para la relatividad en 1963, que la investigación ha costado más de 750 millones de dólares o que muchas de las innovaciones tecnológicas creadas para la Gravity Probe B han permitido el desarrollo de diversas misiones vitales —por ejemplo la misión del Explorador del Fondo Cósmico que proporcionó los datos que hoy suponen el principal sustento de la Teoría del Big Bang—.
Por último comentar que me alegro mucho de los resultados obtenidos por la Gravity Probe B no solamente debido a que los mismos tendrán grandes implicaciones positivas para el mundo de la investigación astrofísica sino también porque con ellos se ha cerrado de un plumazo las bocas de todos aquellos que decían que la sonda no serviría para nada (y a nivel más global a todos aquellos que en general opinan que los Estados deberían gastar menos dinero en investigación astrofísica).
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